Algunas palabras sobre el debate sobre

la nueva Constitución.

 


Por: Juan de la Puente

Es urgente que esta reflexión sea lo más informada posible, lo que no se solventa solo con “leer” la Constitución, como si fuese una revelación mágica para aprenderse de memoria.

El veto pseudo ilustrado que sostiene que si no conoces la Constitución no puedes proponer su cambio debe ser contestado de varios modos. Más que “leerla” hay que “conocerla”, saber lo que dice su texto, su mensaje implícito, y lo que no dice, reconoce o prohíbe.

Es un texto vivo al que debemos acercarnos con amplitud. De hecho, es primero una prescripción antes que una norma, una intersección entre la política y el derecho como decía el profesor Norberto Bobbio. Hay que conocer lo que se quiere reformar.

Desconfíen de quien solo les habla de la Constitución y no de lo que lo viste: la jurisprudencia constitucional, el proceso constitucional (crucial en estas semanas), la teoría constitucional, y la jurisdicción constitucional, ese enorme avance que ha derrotado a la ley y que ha legimitizado los actos de interpretación.

 Los TC son el saldo de esa batalla perdida por la ley frente a la jurisdicción y por eso la omisión del TC peruano con relación a la figura de la incapacidad moral permanente, es un clavo en el ataúd de la Constitución de 1993.

La Constitución ya no es un cuerpo desnudo; es también vestida por las leyes de desarrollo constitucional -de participación política, por ejemplo- y por instituciones que cooperan más que se enfrentarse.

No hay Constitución sin organismos constitucionales autónomos porque el viejo equilibrio de poderes en el Perú, de tres poderes que juegan tres en raya, murió en 1979 y se ha recreado con imaginación.

Conocer más que leer para producir el cambio sereno y coherente del pacto nacional obliga a fijarse en lo que ha pasado en los últimos 80 años con las constituciones, que se han llenado de derechos, libertades y garantías (solo habría que recordar que en la década pasada el TC expidió más de 100 sentencias que cubrieron vacíos y fortalecieron la protección de los derechos en el Perú).

Solo ese punto, los derechos y libertades, que supuso una transformación del constitucionalismo y los estándares de la democracia, ameritan un nuevo debate constitucional general en el Perú.

Esta discusión no puede ser académica, exclusivamente.

Ese debate ya está aquí.

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