sábado, 5 de julio de 2025

Inti Raymi económico: el sol que guía al Perú entre la niebla política

 


Inti Raymi económico: el sol que guía al Perú entre la niebla política

Por Vidal Pino Zambrano

En el Perú de hoy, la economía vive una paradoja fascinante: mientras la política se descompone, el sol se fortalece. Aunque el Ejecutivo navega sin rumbo y el Congreso acumula desprestigio, nuestra moneda nacional ha logrado apreciarse frente al dólar, alcanzando niveles incluso mejores que los registrados antes de la pandemia. No se trata de suerte, sino del resultado de una política monetaria prudente y de un impulso silencioso desde abajo, donde millones de peruanos —emprendedores, productores, comerciantes— sostienen la economía con trabajo, ahorro e innovación.

1. Dos motores que explican la estabilidad
En junio de 2025, el tipo de cambio bajó a niveles previos al COVID-19, desmintiendo los augurios de colapso económico por la inestabilidad política. Este logro responde a dos factores clave:
• Primero, la acción firme y técnica del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), que ha conservado reservas sólidas, evitado emisiones irresponsables y contenido la inflación.
• Segundo, la resiliencia de los pequeños y medianos empresarios —tanto urbanos como rurales— que han sabido capitalizar la estabilidad del sol para invertir, producir y sostener sus economías familiares.

Se ha configurado así una sinergia virtuosa entre política monetaria e iniciativa productiva: una alianza no planificada, pero sorprendentemente eficaz.

2. El crédito se relocaliza en soles
Uno de los indicadores más elocuentes de esta confianza es el crecimiento sostenido del crédito en moneda nacional. Según datos del BCRP, el crédito en dólares cayó del 10.3
% del PBI en 2022 al 8.6% en 2025. Hoy, más del 70% del financiamiento al sector privado se realiza en soles, lo que reduce la exposición al riesgo cambiario y refuerza la autonomía financiera del país.

3. El ahorro como base del crecimiento
Una moneda estable ha devuelto a millones de peruanos la posibilidad de planificar, ahorrar y crecer. En un entorno de inflación baja y tipo de cambio controlado, miles de emprendedores —bodegueros, agricultores, mecánicos, comerciantes o innovadores— han podido reponer inventarios, mejorar equipos y ampliar su actividad económica.

Durante décadas, cuando la inflación devoraba ingresos, los sectores populares apenas sobrevivían. Hoy, en cambio, el ahorro interno es una fuente real de capitalización. El crecimiento económico del Perú se sostiene, en gran medida, desde esa base productiva que no depende del Estado, pero que necesita instituciones sólidas para prosperar.

4. Disciplina monetaria, confianza social
Entre 2022 y 2025, el BCRP redujo la base monetaria del 9.8
% al 8.5% del PBI. Esta cautela ha evitado las presiones inflacionarias que afectan a muchas economías vecinas. Además, más del 70% de la liquidez total (efectivo más depósitos bancarios) está en soles, lo cual revela que la confianza en la moneda local ya no es solo un indicador financiero: es también una expresión de estabilidad cultural y cotidiana.

5. ¿Por qué importa un sol fuerte?
Porque el Perú importa gran parte de lo que consume, y una moneda sólida evita que esos productos se encarezcan. Algunos datos ilustran esta dependencia:
• Más del 90
% del trigo, el 80% del maíz y casi toda la soya se importan.
El 75% de los medicamentos y el 85% de los equipos médicos vienen del extranjero.
La mayoría de los insumos industriales, así como computadoras, celulares, libros y maquinaria, también son importados.

En un país con altos niveles de informalidad y bajos ingresos, contener los precios de estos productos no es un lujo: es una necesidad vital.

6. Reflexión final: el sol que sigue protegiendo
En junio, se celebró el Inti Raymi, la gran fiesta del sol, que en el mundo andino honraba al dios que daba vida, orden y cosechas. Esa tradición simbólica no ha desaparecido: hoy, el sol —como moneda— sigue cumpliendo un rol protector en tiempos inciertos.

Pocas veces se le reconoce con justicia, pero el sol peruano ha sido un verdadero escudo invisible frente a la inestabilidad. En la tradición incaica, la huaraca —una cuerda trenzada con una cavidad central— era herramienta de trabajo, defensa y conducción. Su uso ceremonial en el Huarachicuy, rito de paso juvenil, simbolizaba disciplina, vigilancia, responsabilidad y transformación.

Del mismo modo, la estabilidad del sol —la moneda— encarna hoy esos valores esenciales. En medio del caos político, ha permitido que millones de peruanos sigan adelante sin perder el rumbo. Mientras otras economías sufren devaluaciones, inflación y pérdida de capacidad de ahorro, el Perú ha logrado mantener una moneda sólida, sin alardes, pero con resultados concretos: estabilidad, crecimiento y confianza.

Sorprende, incluso, que, siendo una entidad pública, el BCR se haya convertido en una excepción en medio del naufragio institucional: un verdadero lunar virtuoso. Hoy, el precio del pan, los medicamentos, los insumos y los libros depende más del sol —la moneda— que de los vaivenes del poder político. Y no es un milagro. Es el fruto de una institución que cumple su función en un país donde muchas no lo hacen, y de una ciudadanía que, a pesar de todo, sigue empujando al país hacia adelante. Esa fuerza transformadora no se limita a las ciudades: también se manifiesta en el sector rural, donde miles de familias innovan, producen y construyen futuro. A menudo sin apoyo estatal, pero con la convicción silenciosa de que el verdadero cambio no vendrá desde arriba, sino desde la base.

En este contexto, cabe preguntarse si la política —al menos en su forma actual— se ha vuelto completamente disfuncional, incluso obsoleta. ¿Qué sentido tiene una clase política que no solo no lidera, sino que entorpece? ¿No es hora de repensar radicalmente la manera en que se ejerce el poder en el Perú?

 

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