Inti Raymi económico: el sol que guía al Perú entre la niebla
política
Por Vidal Pino Zambrano
En el Perú de hoy, la economía vive una paradoja
fascinante: mientras la política se descompone, el sol se fortalece. Aunque el
Ejecutivo navega sin rumbo y el Congreso acumula desprestigio, nuestra moneda
nacional ha logrado apreciarse frente al dólar, alcanzando niveles incluso
mejores que los registrados antes de la pandemia. No se trata de suerte, sino
del resultado de una política monetaria prudente y de un impulso silencioso
desde abajo, donde millones de peruanos —emprendedores, productores,
comerciantes— sostienen la economía con trabajo, ahorro e innovación.
1. Dos motores que explican la estabilidad
En junio de 2025, el tipo de cambio bajó a niveles previos al COVID-19,
desmintiendo los augurios de colapso económico por la inestabilidad política.
Este logro responde a dos factores clave:
• Primero, la acción firme y técnica del Banco Central de Reserva del Perú
(BCRP), que ha conservado reservas sólidas, evitado emisiones irresponsables y
contenido la inflación.
• Segundo, la resiliencia de los pequeños y medianos empresarios —tanto urbanos
como rurales— que han sabido capitalizar la estabilidad del sol para invertir,
producir y sostener sus economías familiares.
Se ha configurado así una sinergia virtuosa entre
política monetaria e iniciativa productiva: una alianza no planificada, pero
sorprendentemente eficaz.
2. El crédito se relocaliza en soles
Uno de los indicadores más elocuentes de esta confianza es el crecimiento
sostenido del crédito en moneda nacional. Según datos del BCRP, el crédito en
dólares cayó del 10.3 % del PBI en 2022 al 8.6 %
en 2025. Hoy, más
del 70 %
del financiamiento al sector privado se realiza en soles, lo que reduce la
exposición al riesgo cambiario y
refuerza la autonomía financiera del país.
3. El ahorro como base del crecimiento
Una moneda estable ha devuelto a millones de peruanos la posibilidad de
planificar, ahorrar y crecer. En un entorno de inflación baja y tipo de cambio
controlado, miles de emprendedores —bodegueros, agricultores, mecánicos,
comerciantes o innovadores— han podido reponer inventarios, mejorar equipos y
ampliar su actividad económica.
Durante décadas, cuando la inflación devoraba ingresos,
los sectores populares apenas sobrevivían. Hoy, en cambio, el ahorro interno es
una fuente real de capitalización. El crecimiento económico del Perú se
sostiene, en gran medida, desde esa base productiva que no depende del Estado,
pero que necesita instituciones sólidas para prosperar.
4. Disciplina monetaria, confianza social
Entre 2022 y 2025, el BCRP redujo la base monetaria del 9.8 %
al 8.5 %
del PBI. Esta cautela ha evitado las presiones inflacionarias que afectan a
muchas economías
vecinas. Además,
más del 70 %
de la liquidez total (efectivo más depósitos bancarios) está en soles, lo cual
revela que la confianza en la moneda local ya no es solo un indicador
financiero: es también una expresión de estabilidad cultural y cotidiana.
5. ¿Por qué importa un sol fuerte?
Porque el Perú importa gran parte de lo que consume, y una moneda sólida evita
que esos productos se encarezcan. Algunos datos ilustran esta dependencia:
• Más del 90 % del trigo, el 80 %
del maíz y casi toda la soya se
importan.
• El 75 %
de los medicamentos y el 85 % de los equipos médicos vienen del
extranjero.
• La mayoría de los insumos
industriales, así
como computadoras, celulares, libros y maquinaria, también son importados.
En un país con altos niveles de informalidad y bajos
ingresos, contener los precios de estos productos no es un lujo: es una
necesidad vital.
6. Reflexión final: el sol que sigue
protegiendo
En junio, se celebró el Inti Raymi, la gran fiesta del sol, que en el mundo
andino honraba al dios que daba vida, orden y cosechas. Esa tradición simbólica
no ha desaparecido: hoy, el sol —como moneda— sigue cumpliendo un rol protector
en tiempos inciertos.
Pocas veces se le reconoce con justicia, pero el sol
peruano ha sido un verdadero escudo invisible frente a la inestabilidad. En la
tradición incaica, la huaraca —una cuerda trenzada con una cavidad central— era
herramienta de trabajo, defensa y conducción. Su uso ceremonial en el
Huarachicuy, rito de paso juvenil, simbolizaba disciplina, vigilancia,
responsabilidad y transformación.
Del mismo modo, la estabilidad del sol —la moneda—
encarna hoy esos valores esenciales. En medio del caos político, ha permitido
que millones de peruanos sigan adelante sin perder el rumbo. Mientras otras
economías sufren devaluaciones, inflación y pérdida de capacidad de ahorro, el
Perú ha logrado mantener una moneda sólida, sin alardes, pero con resultados
concretos: estabilidad, crecimiento y confianza.
Sorprende, incluso, que, siendo una entidad pública, el
BCR se haya convertido en una excepción en medio del naufragio institucional:
un verdadero lunar virtuoso. Hoy, el precio del pan, los medicamentos, los
insumos y los libros depende más del sol —la moneda— que de los vaivenes del
poder político. Y no es un milagro. Es el fruto de una institución que cumple
su función en un país donde muchas no lo hacen, y de una ciudadanía que, a
pesar de todo, sigue empujando al país hacia adelante. Esa fuerza
transformadora no se limita a las ciudades: también se manifiesta en el sector
rural, donde miles de familias innovan, producen y construyen futuro. A menudo
sin apoyo estatal, pero con la convicción silenciosa de que el verdadero cambio
no vendrá desde arriba, sino desde la base.
En este contexto, cabe preguntarse si la
política —al menos en su forma actual— se ha vuelto completamente disfuncional,
incluso obsoleta. ¿Qué sentido tiene una clase política que no solo no lidera,
sino que entorpece? ¿No es hora de repensar radicalmente la manera en que se
ejerce el poder en el Perú?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario